miércoles, 23 de marzo de 2016

Reflexiones ambientales Urbanas: número 28: La Experiencia de Oro Verde (Entre Ríos) Poniendo el conocimiento en acción, aprendiendo a prevenir con la comunidad.

Reflexiones ambientales Urbanas: 


número 28: La Experiencia de Oro Verde (Entre Ríos) Poniendo el conocimiento en acción, aprendiendo a prevenir con la comunidad. 

"Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo."

Empezamos a fines de enero de este año, leyendo una noticia donde se presentaban aspectos vinculados con la biología de los mosquitos y las medidas sanitarias a realizar entre otras cosas. Los entrevistados eran de un grupo de investigación de la Universidad de Buenos Aires (1). Ese mismo día les mandamos un e-mail, donde les consultamos sobre la construcción de un sensor de actividad de ovipostura. En la página del grupo pudimos ver que trabajaban desde hace mucho tiempo en el tema (2), y nos preguntamos si contestarían un e-mail en enero. En pocas horas recibimos el primer correo, donde nos enseñaban a confeccionar el sensor y nos motivaban a trabajar en el tema en nuestra localidad. Pero además nos comentaron que una investigadora estaría en un Instituto del CONICET, a unos pocos kilómetros de distancia. En menos de una semana de intercambiar e-mails, conocimos a la Dra. Nora y el becario Nicolás. Ellos nos visitaron un sábado después de recorrer y colocar unas trampas en la ciudad de Diamante. El encuentro fue una mateada entre las 12 y las 14, donde conversamos sobre las ovitrampas, las fumigaciones y el trabajo colaborativo con la comunidad e intersectorial. Para ese momento ya habíamos juntado 20 frascos de mermelada y los habíamos pintado de negro. Con las recomendaciones de Nora y el joven Nicolás aprendimos más sobre el mosquito, sobre las trampas y sobre el trabajo que teníamos que hacer en la comunidad. A los seis días de la visita, colocamos nuestras primeras 20 ovitrampas en la ciudad universitaria de Oro Verde. Contamos con la ayuda de Daniel Romero, un graduado de nuestra facultad que andaba de visita por el pueblo. Caminamos bastante, hacía calor. En la primera casa que golpeamos las manos encontramos a una de las primeras familias del pueblo, quienes nos comenzaron a contar cómo se había modificado el lugar con el crecimiento de la ciudad, detallando los cambios propios con la creciente urbanización. Entre las cosas más conspicuas que habían cambiado estaba el curso del arroyo el “Paracaó”, que ahora tenía algunas partes entubadas. Pero claramente, se habían modificado la cantidad de viviendas, las áreas más agrestes, etc. La experiencia ya era un éxito, pusimos la primera trampa de huevos de mosquito y ya estábamos aprendiendo! Las primeras dudas que surgen cuando uno está en la calle colocando las trampas son ¿Dónde conviene colocarlas? Tratamos de pensar como mosquito, dónde come, dónde busca las proteínas para producir sus huevos, dónde se protege del sol, del exceso de viento y de las elevadas temperaturas, etc. Con la idea de ir mejorando nuestro trabajo, registramos los sitios de colocación con fotografías, con un GPS la posición en el mapa y con planillas la ubicación de las trampas en la ciudad. Cuando le enviamos los reportes, nuestros científicos compañeros de ruta nos mandaron nuevas recomendaciones y sugerencias. Llegó la primera semana y estábamos ansiosos de salir a ver que sucedía en nuestro pueblo ¿Estaría Aedes aegypti en Oro Verde? Salimos con Mauricio desde la facultad, después de una consulta. Se nos había hecho tarde, eran las 10:30 de la mañana y el sol se hacía sentir. Terminamos cerca de la siesta, bastante acalorados, con las tablitas de las ovitrampas. En la segunda semana, el diálogo con los vecinos era bueno pero distante. Hasta ese momento no era habitual ver gente de la facultad visitando patios, era nuestra segunda visita a sus hogares. Muchos decían “por acá no andan los mosquitos como en años anteriores” o “son los mosquitos que se ven en la isla, no los que se ven en la televisión”. Por la tarde nos prestaron una lupa en un laboratorio y pudimos observar mejor y registrar las primeras fotos de los huevos. A nosotros nos parecía que habíamos respondido la pregunta: en Oro Verde, estaba el Aedes aegypti! A la noche nos llegó la confirmación vía e-mail, las fotografías enviadas se correspondían con trampas positivas. Durante la tercera semana ya éramos tres en el equipo, se sumó Maximiliano, estudiante de Bioinformática que había cursado el Seminario de Políticas de Salud el año pasado y que le interesan los modelos matemáticos que describen enfermedades como el dengue. El grupo crecía y había más personas aportando ideas, esfuerzo y energía. Habíamos contagiado nuestro interés y también nuestro entusiasmo. En esa semana tuvimos varias lluvias en el pueblo. En la visita a los domicilios no sólo había huevos de Aedes aegypti, sino también estaban las movedizas larvas. El hallazgo permitió conversar con los vecinos desde otra posición. El mosquito había dejado de ser una figura en un folleto, una imagen en el televisor para pasar a ser un ser vivo en un frasco en el patio de su casa. Y otra vez aparecieron nuevos desafíos ¿Qué decimos para no generar un nivel de alarma que lleve al pánico que inmoviliza al vecino? ¿Cómo motivamos acciones preventivas, acciones colaborativas comunitarias con los vecinos? Esto generó un debate en el equipo, hay que transmitir lo que se observa sin minimizar ni ocultar lo que pasa, proponiendo acciones como ayudar a buscar otros reservorios donde se reproducen y crían los mosquitos. Esto nos condujo a recorrer algunos patios y jardines con los vecinos. Para la cuarta semana, mientras preparábamos las planillas en la oficina pasó Exequiel, un estudiante de Bioingeniería que cursó la Asignatura Organización de los Sistemas de Salud hace dos años. Esa tarde nos acompañó a colocar diez trampas más llegando a nuevos vecinos. Para la construcción de las mismas contamos con el aporte de frascos que nos arrimó Javier del Programa de Municipio Saludable. Sumábamos más gente al grupo! Además colaboraban en las tareas y en los insumos, que en este caso eran elementos reciclados (frascos de mermelada). La relación con los vecinos fue cambiando. Ahora se acercan a ver las maderitas de las trampas, preguntan y ayudan al equipo, algunos ya identifican la presencia o ausencia de huevos y larvas (utilizamos un frasco traslúcido para la observación del agua que permaneció en la trampa). En la última recorrida un vecino bromeó: “tenemos cubiertas, ¿nos van a mandar al frente con el municipio?” Y agregó “miren que ya estuvimos limpiando el patio”. Otro nos preguntó: “¿qué van a hacer con los datos? ¿Para qué sirven? Entendemos que el conocer el vector, saber que está presente, cambia las condiciones de la comunidad para enfrentar el problema, favoreciendo la recepción de mensajes vinculados con la prevención. Por otro lado, ya comenzamos a pensar y proponer la constitución de un comité de prevención del dengue y otras enfermedades transmitidas por mosquitos domiciliarios, donde podamos sumar voluntarios y otras organizaciones de la comunidad (escuelas, centro de salud, facultades, municipio, centro de jubilados) para abordar el problema. También nos reunimos con el intendente. Le mostramos las ovitrampas, larvas, pupas y los ejemplares adultos de Aedes aegypti que fuimos recolectando. Conversamos sobre la efectividad de las intervenciones como la pulverizaciónfumigación, las de prevención y promoción de prácticas adecuadas en la comunidad, quedando en seguir trabajando intersectorialmente. Hasta el momento y gracias a la colaboración de los investigadores del GEM y del CICyTTP-CONICET Diamante, pudimos desarrollar acciones vinculadas con la salud pública basadas en evidencia científica, con muy buenos resultados con los vecinos haciéndolos parte del problema a resolver. Tenemos buenas perspectivas de trabajo en el futuro inmediato, siguiendo los lineamientos propuestos para la participación social en el abordaje del dengue en la comunidad (3). Pudimos avanzar en la integración de actividades de extensión e investigación universitaria en el abordaje de los problemas concretos de la comunidad, generando un espacio de formación integral para nuestros estudiantes. Como dijo Nora, “nos queda un largo camino por recorrer”, que seguramente promete nuevos aprendizajes y emociones.

(1). Dengue: apuntar a las larvas, el secreto para combatir al enemigo que vive en casa.(22/01/2016) www.clarin.com/buena-vida/salud/Dengue-apuntar-secreto-combatirenemigo_0_1508249468.html

(2). Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) http://server.ege.fcen.uba.ar/gem/index.html

(3). Participación Social en la prevención del dengue: Guía para el promotor. Publicación de UNICEF Argentina, 81 pp. Cufino E., Ravalli M.J.; Cuyul A., Waynstock L., Schweigmann N. (con colaboración de Fischer S.) y Chapman E. 2009. http://server.ege.fcen.uba.ar/gem/pdf/MANUAL_DENGUE_A5-FINAL_corregido.pdf


Cátedra Salud Pública - Fac. Ingenieria (UNER) Proyecto Mosquito 
Mauricio Tanus Mafud;  Maximiliano Fernández;   Exequiel Porte;  Francisco Moyano Casco;  Lic. Gretel Ramirez;  Mg. Bioing. Fernando Sassetti


Programa Municipio y comunidades Saludables de Oro Verde (ER)
Javier Fernández

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